Cañoneros por el mundo: Johannesburgo
Cuando comienzas a trabajar en El Cañonazo Transmedia se te confía una misión: encontrar el verdadero Espíritu Cañonero. Deja que te cuente cómo di con él.
Primera prueba cañonera: no limits
Pues sí. Allí me encontraba yo. A 8.101,61 kilómetros de distancia de mi casa. Es el primer paso para ser un cañonero: que no te importará si el rodaje es con perros actores, en el extremo del mundo o colgando de una cuerda a 50 metros de altura. Si encuentras el hashtag #rodajecañonero seguro que detrás habrá una historia sorprendente.
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Segunda prueba: animales sociales
Para comenzar la aventura debimos esperar en varios aeropuertos. Otra prueba para formar parte de la comunidad de El Cañonazo: aprovechar cualquier señal wifi para que tus redes sociales y los dispositivos móviles echen humo. Cuando por fin nos bajamos del avión Kino, el director de fotografía, y yo, ya llevábamos un montón de trabajo hecho en la mochila.
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Tercera prueba: paladar cañonero
Los cañoneros tampoco nos amilanamos a la hora de madrugar. Pero siempre después de un buen desayuno, porque vamos a confesarlo: la tercera prueba para encontrar el Espíritu Cañonero es convertirse en un auténtico glotón. Y Johannesburgo no nos defraudó. Terminar sus raciones es un verdadero reto, sobre todo si encuentras un restaurante con buffet libre de carne de cocodrilo y cebra donde un hombre vocifera “¡Rey Impala!” mientras ofrece un enorme espetón con un buen trozo de antílope ensartado.
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Cuarta prueba cañonera: no sólo hables, también escucha
Y, por último, los cañoneros por el mundo no sólo grabamos y editamos vídeos: debemos comunicarnos con personas. Los sudafricanos me causaron una honda impresión. Puede que una de las costumbres que más me impactara fuera su paciencia para escuchar, hablar y hacerse entender. Sudáfrica es un país con más de diez idiomas oficiales y, a pesar de que el inglés se ha escogido como lengua común entre las distintas etnias, no es la lengua materna de ninguna de ellas. La turbia mezcolanza de acentos provoca que las personas entre sí deban repetir con frecuencia cada frase hasta que el interlocutor la entiende. Nadie juzga, nadie se impacienta y todos asumen que lo importante es la comprensión del mensaje. Una mezcla de sonidos y entonaciones que, aun distinta, me resultó familiar: en El Cañonazo somos un equipo que suma cinco nacionalidades distintas. Como homenaje, decidí poner mi voz en inglés para el vídeo Johannesburg, an unexpected journey. Realmente, un regalo que nunca hubiese esperado.
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Autor /
Luis Alcázar