Transmedia En Serie S01E02: ¿Por qué somos transmedia?

Transmedia En Serie S01E02: ¿Por qué somos transmedia?

El sonido llegó al cine y se dejó de hacer cine mudo. El transmedia ha llegado a las series. No volverá a haber series sin transmedia.

 

Siempre quisimos cine con sonido…

En Wikipedia (y en libros de esos sesudos que también leo) nos cuentan que la primera proyección de cine comercial con sonido sincronizado sucedió en 1927. Se trataba de la película The Jazz Singer. Después de su estreno, todo cambió. En pocos años el cine mudo desapareció y, salvo homenajes, parodias y obras metafílmicas como The Artist (2011) o Blancanieves (2012), nunca se volvió a producir.

The Jazz Singer 1927 Poster.jpg

Lo curioso es que, en realidad, el sonido siempre fue una aspiración del cine narrativo. Desde el siglo XIX fueron varios los inventos que trataron de reproducir sonido e imagen simultáneamente. También los intertítulos escritos en pantalla y las orquestas o fonógrafos que acompañaban las proyecciones son un ejemplo de cómo se intentaba satisfacer esa necesidad. Como siempre, la imaginación humana iba muy por delante de la tecnología. Pero, en cuanto se desarrollaron los sistemas que sincronizaban adecuadamente el audio y el vídeo, el público se olvidó del cine mudo. Porque siempre había querido cine sonoro, incluso antes de que existiera.

Y esto es lo que ocurre ahora con el transmedia.

¿Siempre quisimos transmedia?

Tenía cuatro años cuando la serie de dibujos animados El bosque de Tallac comenzó su emisión en TVE. Fue el sábado 16 de diciembre de 1978… (Hard declaration! Sí, soy un millennial que nació con 15 años de antelación). En fin, desde el primer momento me convertí en un fan de este anime japonés, que adaptaba el relato escrito por Ernest Thompson Seton en 1904, sobre la amistad entre una pareja de oseznos y dos niños. Mi madre, por si no tenía bastante con limpiar mis huellas de la pantalla del televisor (yo ya imaginaba que todo iba a ser táctil, supongo) se vio obligada a hacerse con el álbum de cromos que editó la marca Danone y estar pendiente de cada sobrecito para completar la colección.

Mientras esperaba los cromos, yo copiaba en mis dibujos las escenas de la serie, cantaba su canción, la cual se publicó en un disco de vinilo, e introducía sus personajes en mis juegos diarios. Aunque sólo conseguí el muñeco de uno de los oseznos, inventaba nuevas aventuras en las que participaban el resto de mis juguetes. Naturalmente, esas historias eran distintas a las que narraban los cómics que la editorial Fher puso a la venta, o las de los cuentos ilustrados. Muchos niños, pero también las industrias televisiva, editorial, discográfica, juguetera y las marcas comerciales, estábamos experimentando eso que ahora llamamos transmedia.

Entonces, ¿por qué tardamos tanto en hablar de transmedia?

Efectivamente, todo eso ocurrió mucho antes de que Henry Jenkins hablara de la convergencia económica basada en las sinergias y la «integración horizontal de la industria del entretenimiento» en su articulo Convergence? I diverge de 2001, y del famoso artículo que se considera el nacimiento oficial del término “transmedia” como lo entendemos hoy, Transmedia storytelling. Moving characters from books to films to video games can make them stronger and more compelling, publicado en 2003, ambos de Technology Review.

Y es que todavía faltaba mucho camino por recorrer, sobre todo en el terreno tecnológico: aunque muchos mocosos adorasemos a los ositos Jacky y Nuca, la capacidad para buscar información (¿cómo pude sobrevivir antes de que existiera IMDB?) y compartir entre nosotros los conocimientos sobre la serie se reducía al boca/oreja entre los pocos niños de la vecindad o de la escuela. No teníamos acceso a un espacio que nos permitiera sumergirnos masivamente (e incluso constructivamente) en la historia, el cual llegaría de la mano de la World Wide Web y los dispositivos y soportes digitales. Así es: hasta finales del siglo XX la participación creativa del consumidor era inexistente o muy limitada; los relatos en los distintos medios solían ser redundantes; y no existía una planificación organizada de la expansión narrativa. Pero, no obstante, es evidente que todos teníamos ganas de experiencias multiplataforma e interactividad. Éramos, como los inventores del cine intentando añadir sonido sincronizado, pioneros del transmedia.

La razón por la que somos transmedia

Como ya sabemos qué es el transmedia, es fácil cerciorarse de que, potencialmente, los ingredientes ya estaban presentes en El bosque de Tallac. Sólo que la tecnología no permitía aún que cristalizaran. Sin embargo, ahora sí existen los recursos tecnológicos necesarios, y los productores de contenido tienen contundentes razones para hacer que sus historias sean transmedia.

Pero, sobre cualquier motivo, existe uno fundamental. ¿Qué seguidor de Juego de Tronos renunciaría ahora a todo su universo, desde los test de Facebook a los muñecos Funko POP? En poco tiempo, igual que se dejó de decir “cine sonoro” porque todo el cine lo era, se dejará de especificar “serie transmedia”, porque todas las series lo serán. Los consumidores, los usuarios o los espectadores, da igual como nos llamemos, tenemos ganas atrasadas de disfrutar del transmedia. Y no queremos volver al cine mudo.

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Autor /
Luis Alcázar

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